Contrato Coloriuris El Borrador de Papel

¡¡¡El mayo problema es no saber donde esta el problema!!!

 Parece tan complicada como simple la frase, no? Si una relación de pareja anda mal generalmente nos decimos entre nosotros a modo de reproche, las cosas que el otro hizo mal, y el otro puede decidir cambiarlas o no.
Lo mismo cuando vamos al psicólogo y el nos dice de manera muy sutil en que estamos fallando, y como podemos hacer para cambiar nuestra conducta.
El problema se da cuando sabemos que algo estamos haciendo mal, o que algo nos hace sentir mal, o nos dicen que estamos haciendo mal algo, pero en verdad jamás sabemos o nos dicen que es eso que estamos haciendo mal, y nos quedamos con la gran duda de ¿Cómo puedo cambiar algo que estoy haciendo mal si no se que es?, no creo allá nada peor que esto, algunos pueden llegar a  esta interrogante desde su propio egoísmo de no querer aceptar lo que están haciendo mal, otros se sumergen en la mas profunda humildad o se despegan de si lo mas posible para verse con los ojos ajenos y descubrir donde esta la falla, pero no la encuentran. ¿Por Qué? Simplemente porque nos queremos analizar a nosotros mismos y nosotros mismo actuamos como creemos que es correcto actuar, en ocasiones aceptamos que tenemos errores, como ser demasiado celosos, egoístas o libidinosos, pero en otros momento no podemos ver en que fallamos, porque no conocemos otra forma de ser o no sabemos que es eso en lo que estamos mal.
Un remedio seria una de las cosas de arriba, sentarnos sumergidos en la humildad del ser y tratar de “conocernos a nosotros mismos” y “gobernarnos a nosotros mismos” otra mas simple y dura, es pedir que nuestro entorno nos diga en que estamos errando, y por ultimo la mas cruel pero en mi opinión mas rica en contenido si se la sabe filtrar y tomar en su justa medida, es la opinión que tienen nuestros enemigos, ex niv@s o gente que simplemente no les agradamos, porque no hay verdad mas dura pero rica que la que proviene de ellos, siempre en su justa medida.
Si nunca les paso el saber que están errando en algo pero no saber en que, les agradezco hayan terminado de leer este post, si les paso o les pasa espero esta reflexión que hice les allá servido.
 ¡¡El hombre es un lobo para el hombre!!


Hoy un pequeño fragmento literario de Bertolt Brecht de "Historias de almanaque"

Como bien saben mis lectores y a los que no lo son les cuento, no me gusta poner fragmentos literarios ni videos porque suelen entenderlo algunos o parecerme solo bello a mi y no a otros, pero creo este todos lo entenderán.

Es un poco el reflejo de como no estamos tan lejos de ser igual a los animales, solo parece nos separa algo que se llama cultura pero que al fin de cuentas no lleva siempre a comportarnos como animales.

Como diría Hobbes "el hombre es un lobo para el hombre"

Y este es el fragmento:

— Si los tiburones fueran hombres -preguntó al señor K. la hija pequeña de su patrona- ¿se portarían mejor con los pececitos?
— Claro que sí -respondió el señor K.-. Si los tiburones fueran hombres, harían construir en el mar cajas enormes para los pececitos, con toda clase de alimentos en su interior, tanto plantas como materias animales. Se preocuparían de que las cajas tuvieran siempre agua fresca y adoptarían todo tipo de medidas sanitarias. Si, por ejemplo, un pececito se lastimase una aleta, en seguida se la vendarían de modo que el pececito no se les muriera prematuramente a los tiburones. Para que los pececitos no se pusieran tristes habría, de cuando en cuando, grandes fiestas acuáticas, pues los pececitos alegres tienen mejor sabor que los tristes. También habría escuelas en el interior de las cajas. En esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en las fauces de los tiburones. Estos necesitarían tener nociones de geografías para mejor localizar a los grandes tiburones, que andan por ahí holgazaneando.
Lo principal sería, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni más hermoso para un pececito que sacrificarse con alegría; también se les enseñaría a tener fe en los tiburones, y a creerles cuando les dijesen que ellos ya se ocupan de forjarles un hermoso porvenir. Se les daría a entender que ese porvenir que se les auguraba sólo estaría asegurado si aprendían a obedecer. Los pececillos deberían guardarse bien de las bajas pasiones, así como de cualquier inclinación materialista, egoísta o marxista. Si algún pececillo mostrase semejantes tendencias, sus compañeros deberían comunicarlo inmediatamente a los tiburones.
Si los tiburones fueran hombres, se harían naturalmente la guerra entre sí para conquistar cajas y pececillos ajenos. Además, cada tiburón obligaría a sus propios pececillos a combatir en esas guerras. Cada tiburón enseñaría a sus pececillos que entre ellos y los pececillos de otros tiburones existe una enorme diferencia. Si bien todos los pececillos son mudos, proclamarían, lo cierto es que callan en idiomas muy distintos y por eso jamás logran entenderse. A cada pececillo que matase en una guerra a un par de pececillos enemigos, de esos que callan en otro idioma, se les concedería una medalla de varec y se le otorgaría además el título de héroe.
Si los tiburones fueran hombres, tendrían también su arte. Habría hermosos cuadros en los que se representarían los dientes de los tiburones en colores maravillosos, y sus fauces como puros jardines de recreo en los que da gusto retozar. Los teatros del fondo del mar mostrarían a heroicos pececillos entrando entusiasmados en las fauces de los tiburones, y la música sería tan bella que, a sus sones, arrullados por los pensamientos más deliciosos, como en un ensueño, los pececillos se precipitarían en tropel, precedidos por la banda, dentro de esas fauces.
Habría asimismo una religión, si los tiburones fueran hombres. Esa religión enseñaría que la verdadera vida comienza para los pececillos en el estómago de los tiburones.
Además, si los tiburones fueran hombres, los pececillos dejarían de ser todos iguales como lo son ahora. Algunos ocuparían ciertos cargos, lo que los colocaría por encima de los demás. A aquellos pececillos que fueran un poco más grandes se les permitiría incluso tragarse a los más pequeños. Los tiburones verían esta práctica con agrado, pues les proporcionaría mayores bocados. Los pececillos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de mantener el orden entre los demás pececillos, y se harían maestros u oficiales, ingenieros especializados en la construcción de cajas, etc. En una palabra: habría por fin en el mar una cultura si los tiburones fueran hombres.
Creo que este fragmento nos invita a reflexionar en tantas cosas que bajo un velo de cultura nos llevan a la vil sentencia de que somos mas animales q los animales, pues ellos hacen las cosas que hacen por instinto, nosotros las hacemos con razón, inteligencia y premeditación y con todas estas herramientas somos mas culpables que los primeros por seguir haciéndolo.

"este fragmento lo descubrí del libro "La Filosofía, una invitación a pensar" de Jaime Barylko si quieren tener un buen libro de filosofía en casa que sea breve y que enseñe todo lo que uno debe saber de esta madre de todas las ciencias, los invito a lo consigan porque es hermoso."


Nos vemos pronto!
¡¡Desde otro punto de Vista!! 
Caperucita Roja y Los 3 Cerditos
pero ahora 
Contadas por el Lobo




A veces nos encerramos en una idea, porque el que nos cuenta quieren que hagamos eso, otras tildamos de bueno a uno y de malo al otro porque solo escuchamos una campanada de la historia. Lo cierto es que todos alguna ves cometimos el error de no dar el derecho a replica al otro y escuchar solo la historia contada por una de las partes, que claro, por contarla este siempre se victimizara y querra demostrar que tuvo la razon. Esto se ve claramente en los tribunales en casos de abogados, pero en realidad lo podemos ver mas cerca aun. Por eso les traigo dos historias que todos conocemos la de Caperusita Roja y la de Los 3 Cerditos, pero esta vez contada por el Lobo de la historia.

Para quienes no allan leido los cuentos originales les dejo un link para que lo hagan (Caperucita Roja) y (Los 3 Cerditos)

Y ahora sí, los invito a leer los cuentos contados por el lobo y a reflexionar que "todo no es lo que parece":

Caperusita roja contado por el Lobo:


El bosque era mi hogar. Yo vivía allí y me gustaba mucho. Siempre trataba de mantenerlo ordenado y limpio.

Un día soleado, mientras estaba recogiendo las basuras dejadas por unos turistas sentí pasos. Me escondí detrás de un árbol y vi venir una niña vestida en una forma muy divertida: toda de rojo y su cabeza cubierta, como si no quisieran que la vean. Andaba feliz y comenzó a cortar las flores de nuestro bosque, sin pedir permiso a nadie, quizás ni se le ocurrió que estas flores no le pertenecían. Naturalmente, me puse a investigar. Le pregunte quien era, de donde venia, a donde iba, a lo que ella me contesto, cantando y bailando, que iba a casa de su abuelita con una canasta para el almuerzo.

Me pareció una persona honesta, pero estaba en mi bosque cortando flores. De repente, sin ningún remordimiento, mató a un mosquito que volaba libremente, pues también el bosque era para el. Así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque sin anunciarse antes y comenzar a maltratar a sus habitantes.

La dejé seguir su camino y corrí a la casa de la abuelita. Cuando llegue me abrió la puerta una simpática viejecita, le expliqué la situación. Y ella estuvo de acuerdo en que su nieta merecía una lección. La abuelita aceptó permanecer fuera de la vista hasta que yo la llamara y se escondió debajo de la cama.

Cuando llegó la niña la invite a entrar al dormitorio donde yo estaba acostado vestido con la ropa de la abuelita. La niña llegó sonrojada, y me dijo algo desagradable acerca de mis grandes orejas. He sido insultado antes, así que traté de ser amable y le dije que mis grandes orejas eran par oírla mejor.

Ahora bien me agradaba la niña y traté de prestarle atención, pero ella hizo otra observación insultante acerca de mis ojos saltones. Ustedes comprenderán que empecé a sentirme enojado. La niña tenía bonita apariencia pero empezaba a serme antipática. Sin embargo pensé que debía poner la otra mejilla y le dije que mis ojos me ayudaban para verla mejor. Pero su siguiente insulto sí me encolerizo. Siempre he tenido problemas con mis grandes y feos dientes y esa niña hizo un comentario realmente grosero.

Se que debí haberme controlado pero salté de la cama y le gruñí, enseñándole toda mi dentadura y diciéndole que eran así de grande para comerla mejor. Ahora, piensen Uds.: ningún lobo puede comerse a una niña. Todo el mundo lo sabe. Pero esa niña empezó a correr por toda la habitación gritando y yo corría atrás de ella tratando de calmarla. Como tenía puesta la ropa de la abuelita y me molestaba para correr, me la quité pero fue mucho peor. La niña gritó aun más. De repente la puerta se abrió y apareció un leñador con un hacha enorme y afilada. Yo lo mire y comprendí que corría peligro así que salté por la ventana y escapé.

Me gustaría decirles que este es el final del cuento, pero desgraciadamente no es así. La abuelita jamás contó mi parte de la historia y no pasó mucho tiempo sin que se corriera la voz que yo era un lobo malo y peligroso. Todo el mundo comenzó a evitarme.

No se que le pasaría a esa niña antipática y vestida en forma tan rara, pero si les puedo decir que yo nunca pude contar mi versión. Ahora Ustedes ya lo saben.
Fuente: 7calderosmagicos.com.ar


Los 3 Cerditos contado por el Lobo: 
 

No entiendo por qué nos tienen que poner a los lobos como seres despreciables, malvados y feroces. Yo soy un animal pacífico y solitario; no me gusta meterme con nadie. El problema es que que a todos los lobos se nos utiliza como si fuéramos marionetas. Sí, sí... Como lo oís. Veréis: A mí me ocurrió que , un buen día de primavera, iba paseando por el bosque. Atisbé en la lejanía una pequeña casa hecha de paja. Me acerqué. Aquel día estaba yo fatal de la alergia y, para colmo, la casa estaba situada entre olmos. Llevaba todo el día estornudando y al llegar a la casa, me dio un cosquilleo en el hocico. Estornudé. Pude sentir cómo tembló la casa y se cayó. Descubrí a un cerdo aterrorizado sentado en un sofá marrón sentado junto a un televisor apagado. Me miró y emitió un especie de chillido ahogado. Repentinamente, salió corriendo hacia un claro del bosque. Yo fui tras él para pedirle perdón, pero el cerdo hacía caso omiso a mis disculpas. Al llegar al claro pude ver una casa de madera semejante a la derribada. El cerdo paró en seco ante la puerta de entrada y golpeó con las pezuñas con desesperación contra la puerta. De pronto, se abrió y el cerdo penetró en la casa a toda velocidad. Cerró la puerta de un portazo y echó la llave.Yo pude parar justo a tiempo para que no me estampara la puerta en el hocico. Con este gesto, volví a sentir un cosquelleo y, sin poder evitarlo, estornudé de nuevo. Otra vez sentí cómo tembló la casa y se desmoronó. Dentro había dos cerdos sentados alrededor de una mesa de cristal. Me miraron espantados e incluso pude ver cómo se dilataron sus pupilas. Salieron corriendo y desaparecieron de entre los escombros como una exhalación. Les perseguí, cada vez más avergonzado del resultado de mi alergia.Cuando llegamos a otro claro cercano, descubrí otra casa, pero ésta era de ladrillos y cemento. Los dos cerditos golpearon con desesperación la puerta y, cuando ésta se abrió, entraron escopetados y cerraron con una rapidez admirable. Yo estaba cada vez más confuso y les pedí por favor que me abrieran porque tan solo quería disculparme. Los cerdos no me creyeron. Aguardé en la puerta esperando a que salieran creyendo que me había marchado, y es que a mí, cuando se me mete algo en la cabeza, no hay quién me lo saque.

Estuve esperando un buen rato y, de pronto, me di cuenta de que venía un cazador a todo velocidad en dirección a donde estaba yo. Llevaba consigo una escopeta con la cual, no me gustaría tener que volver a tratar nunca. Me levanté de un brinco e hice lo primero que se me pasó por la cabeza: subirme al tejado de la casa. No entiendo cómo, pero pero lo hice. Estaba yo en el tejado cuando el cazador disparó un disparo que por poco me dio. Perdí el equilibrio y caí por la chimenea. me di un terrible costalazo contra el suelo del salón y, tras un momento de aturdimiento, vi a los tres cerditos muertos de miedo en un rincón. Yo me acerqué cuidadosamente y les dije que no tuvieran miedo, que no iba a hacerles daño. Esto parece que les tranquilizó un poco y les conté lo realmente ocurrido. Tras una breve pausa, los tres cerditos se miraron entre sí con miradas de complicidad. Uno de ellos se adelantó unos pasos y me dijo que si quería salir ileso de allí, tendría que decir que les perseguí porque quería comérmelos y que no estornudé contra las casas, sino que las derribé a propósito. Yo reí sin ganas porque en el fondo sabía que tendría que aceptar las condiciones. Los cerditos admitieron que fueron ellos los que llamaron al cazador para acabar conmigo y que no le dirían que se fuera hasta que jurase hacer eso. Yo estaba furioso, impotente, acorralado. La rabia corría por mis venas. Apreté las garras y decidí aceptar. No me quedaba más remedio. Los cerdos, pasado un tiempo, decidieron escribir la historia, pero con la versión inventada. Registraron la obra y la pusieron a la venta. Resultó ser un "Best-seller" durante mucho tiempo.

Más de una vez pensé en llevarles a los tribunales, pero siempre he acabado desechando la idea, porque nadie me tomaría en serio. Y ni siquiera sé si vosotros me creeréis, pero eso es algo que ya no me importa. Como os he dicho al principio de esta historia, yo soy un animal solitario. Uno se acaba acostumbrando a que la gente no quiera saber nada de él por una tonta historia que ni siquiera es verdad. Si os soy sincero, desde ese día no he vuelto a comer cerdo. Creo que acabaré siendo vegetariano...
Fuente: Elotrolado.net

Bueno, ahora que leimos el punto de vista de cada uno, ¿a cual le creemos? ;)
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